martes, 23 de febrero de 2010

Me encantan las casualidades y el ecodiseño.
Hoy han expuesto dos fotografías mías, una es esta, desde el círculo de bellas artes. Y ya que me voy a poner a hablar de relaciones (sin pretensiones a lo Carrie), digamos que esto no es ni sexo ni Nueva York; me gustaría llamarlo el Capitalismo Romántico.

Ni a mi mejor amiga, ni a mi mejor amigo ni a mi se nos dan nada bien las relaciones; pero, de verdad, me gustaría saber bien por qué.
Cuando hablaba de mi encanto por las casualidades, hablo de despertarme hoy por la mañana, sin más. De que mi autobús tome un rumbo diferente al normal, y de que relaciones que parecían totalmente nuevas y estructuralmente fuertes (mis clases de hoy hablaban sobre ello) se conviertan en articulaciones torpes.
¿Cuál es el peso máximo que puede soportar una relación sin romperse?
¿Y las tensiones? eso sin tener en cuenta los factores externos.
Y después llegó otra casualidad, una casualidad en forma de lo que hoy he definido como EL ECOPOLVAZO.
¿Las relaciones siguen un ciclo parecido al de las bolsas de plástico? ¿cuánto tardan en biodegradarse? Y, lo más importante, si meto un montón de manzanas, ¿se van a romper? ¿o podré llevármelas a casa y comermelas?


No entendemos nada, pero ni de estructuras, ni de ecodiseño, ni del capitalismo romántico ni de las relaciones.
Por lo tanto, DE NUEVO, opto por algo más simple y sencillo. Por la teoría del dios del jazz.

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